Durante años creímos que con limpiar, hidratar y proteger nuestra piel es suficiente, pero lamento decirte que NO es así. Afortunadamente estamos muy a tiempo de darnos ese plus que necesitamos.
A partir de los 30 nuestra piel produce menos colágeno por lo que vamos perdiendo firmeza y van apareciendo arrugas y líneas de expresión, terrible ¿no? Pero tranquilas, no todo está perdido, a pesar de que el envejecimiento es inevitable no quiere decir que no podamos retardarlo.
Seguramente escuchaste hablar de los masajes faciales, es el paso del skincare del que poco se habla, pero es uno de los que más beneficios nos brindan, como dar un efecto relajante a la piel, mayor oxigenación, mejorar la circulación sanguínea, estimular los músculos, promover la producción de colágeno, además de eliminar tensiones musculares, mejorar la absorción de cremas, sueros y da un aspecto más joven y luminoso.
Te presento 3 herramientas que serán tus mejores aliadas: Gua Sha, Rodillo y Hongo.
Gua Sha: Será esencial para drenar y esculpir tu rostro. Sus movimientos deben ser de manera ascendente, desde la barbilla hasta debajo de la oreja.
Rodillo: Es ideal para masajear la parte del escote, cuello y rostro. El extremo grande es para trabajar el área de la frente, quijada y pómulos, el extremo pequeño sirve para el contorno de ojos.
Hongo: Este instrumento te ayudara a relajar tu rostro, liberar tensiones acumuladas y drenar toxinas que le hacen daño a tu piel ya que estimula a la perfección el flujo sanguíneo en zonas como párpados, contorno de ojos, laterales de la nariz, entrecejo y contorno de labios.
Te recomiendo usarlas en conjunto de un suero, crema hidratante y contorno de ojos, así los productos serán mejor absorbidos por tu piel. Para obtener un resultado más eficaz, te damos el tip de utilizar tus masajeadores recién salidos del refrigerador, así tu piel se desinflamará y lograras un efecto lifting.
Es importante que mantengan limpios tus herramientas después de utilizarlas y te aseguro que se convertirán en tus mejores aliadas.
Por Cristina Peña.